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lunes, 27 de noviembre de 2023

Era la primera vez que veía mi esposa gozando con otro hombre


Regresaba con mi esposa de Santiago después de haber pasado un día de trabajo, fue cuando mi vehículo comenzó a presentarme síntomas de un fallo, como se calentó mucho detuve la marcha y me dispuse a revisar el vehículo, sin saber dónde buscar dentro de tantos cables y mangueras, en eso va pasando un joven en una moto, me ve revisando el vehículo con mi corbata y chaqueta y se detuvo para auxiliarme.

Era un hombre de unos 25 años, moreno, y muy bien parecido, al parecer tenía ciertos conocimientos de mecánica, pues después de una breve mirada me señaló la correa del ventilador y me dijo que era ahí el problema. Me indicó dónde comprarla y se ofreció a desmontarla y montarla por lo que a mí me tocó ir a comprarla.

Después de quitarme mi corbata y la chaqueta, le presenté a mi esposa que estaba dentro del jeep para no solearse, le dije que el problema era simple y lo que había coordinado con el aparecido mecánico, luego los dejé sólos.

Compré la correa y regresé, cuando me aproximaba al jeep vi la puerta izquierda trasera abierta y el mecánico medio oculto tras ella, me aproximé en silencio y llegué justo al lado de la puerta.

Tendida boca arriba en el asiento trasero estaba Jacqueline, mi esposa que así se llama, con la falda remangada hasta la cintura con las piernas completamente abiertas y con los ojos cerrados, en la parte baja de su cadera, justamente en su concha estaba arrodillado el mecánico, dándole una chupada de grandes ligas en medio de la raja húmeda por los orgasmos y las sensaciones de gozo que estaba experimentando.

Ninguno de los dos se percata de mi presencia, di la vuelta al jeep y me paré por la puerta trasera derecha, mi sombra se posó sobre el cuerpo de ella e hizo que el mecánico levantara la vista encontrándose con la mía, por un momento él detuvo la mamada que sobre la concha de mi esposa aplicaba, yo rápidamente le hice una señal con la mano para que continuara sin que ella se diera cuenta de mi presencia.

Ella estaba tan concentrada, con los ojos cerrados, se apretaba con fuerza los pechos, jalándolos hacia arriba, los tenía más empollados que nunca, parecían dos toronjas verdes, del ombligo hacia abajo aplicaba unos movimientos circulares que estrujaban su concha contra la nariz y boca del mecánico y hacía que la lengua de él la recorriera por todo su interior. Ella se había olvidado de la existencia, estaba completamente entregada al placer que le brindaba aquel extraño que casi con violencia la follaba con su lengua.

Yo estaba ruborizado, mi erección era sobrenatural, las piernas me temblaban, era la primera vez que veía mi esposa gozando con otro hombre y cómo gozaba la muy puta, sus labios apenas se abrían para salir de ellos unos gritos de placer que me encendían cada vez más, había subido sus pies a los marcos de la puerta para brindarle una mejor visión de su concha y por supuesto para que la lamiera más profundo, él había metido dos dedos en su concha y la follaba lentamente y lamía los labios bajos.

Yo que conozco bien todos los movimientos de mi esposa, me di cuenta de que se aproximaba un orgasmo, ella comienza a decir cosas suaves, luego va subiendo de tono y finalmente termina gritando a todo pulmón un sin número de palabras fuertes y era precisamente lo que estaba haciendo, a la vez que estiraba sus piernas y subía un poco su concha para que la lamiera más fuerte.

El mecánico volvió a mirarme, esta vez en contando con mi consentimiento, yo le hice seña para que la lamiera más fuerte, los flujos de ella le corrían por los labios, esto me excitó más aún, pero ella volvió a captar nuestra atención, pues los gritos subían de tono cada vez más.

-Cómeme papi, decía mientras agarraba la cabeza de él garantizando que no la dejara en ese momento. -Te voy ahogar con mi leche mi chulo. -Cógeme fuerte, más fuerte.

Todos esto le gritaba subiendo cada vez más los tonos de los gritos, ante mi asombro, yo no sabía que tenía una puta, de ese quilate, el jeep se movía ya de lado a lado con sus movimientos, el mecánico estaba fuera de control, ella lo tenía aprisionado entre su raja y con las dos manos lo obligaba a estrujarle la concha hasta que dio su último grito de guerra. -Coge leche cabrooooooooo, dijo soltando todo lo que tenía dentro, aire de los pulmones y semen de su concha y después de permanecer un rato en equilibrio, se dejó caer pesadamente en el asiento respirando como si terminara de subir 15 pisos.

Él apartó un poco la cara de la concha de ella y me miró de nuevo, yo le hice la seña de que me iba alejar para que ella no me viera y que regresaba en un momento, así lo hice y pasado unos cinco minutos me aproximé cantando una canción, para que se dieran cuenta que regresaba. Ella se había sentado en el asiento delantero, todo estaba en orden, él fue a la parte delantera del jeep y juntos pusimos las correas, luego nos despedimos de él, yo aproveché y delante de ella le di una tarjeta y le dije que cuando fuera a la ciudad que nos visitara.

Reanudamos el viaje de regreso a la ciudad, en el camino ella me dijo que la noche anterior había tenido un sueño muy caliente, y que la tenía toda mojada.

-Qué soñaste, le dije poniendo todo mi mayor interés. -Soñé que me había quedado dormida en un asiento en el parque, y cuando desperté había un hombre besándome la concha, tenía una lengua larga, yo la podía sentir recorriéndome por dentro, y aunque yo quería resistirme no me podía mover, sin embargo me mojaba mucho y terminé disfrutándolo muchísimo, el hombre se convertía en ti y luego en otro hombre, cuando desperté estaba hecha un asco y no he dejado de fluir, mira como estoy.

Al decir esto me agarró la mano y la llevó a su concha, estaba bien mojada, lógico que yo sabía que esos se debía a la tremenda mamada que le había dado el mecánico, al sacar la mano de la concha me dejan los dedos bien mojados.

No sé por qué los sueños son tan buenos, dijo ella recostando el asiento y comenzó a masturbarse, yo sentía el aliento caliente de aquel hombre entrarme por la concha y me hacía temblar, en silencio acabé varias veces en la boca de él y ahora siento como si me estuviera follando, siento su aliento caliente papi.

Yo la contemplaba masturbarse mientras me decía todas esas cosas, en un momento los celos se apoderaron de mí pero logré controlarme, seguí mirando cómo ella se cogía con dos dedos mientras recordaba la mamada del mecánico, luego comenzó a gritar, esos gritos que sólo ella sabe dar, preludio de la descarga seminal que explota dentro de ella.

-Tómala papi, bébetela toda, chúpamela que toda esa leche es tuya, ayyyyyyyyyy.

Al decir ésto último tiró su grito final, yo paré el jeep di la vuelta y la pasé a la parte trasera del jeep y tuvimos una de las mejores folladas que recuerdo, pero esos detalles serán el producto de otro relato.

Primera experiencia en trio me sacó la puta que llevo dentro

Somos una pareja de cuarenta años. Tenemos veinte de casados y tres hijos. Nuestra vida sexual es bastante buena a partir de que decidimos ponerle un poco de sal y pimienta. Lolita es de estatura regular, morena clara, con un cuerpo bastante proporcionado y súper femenina. Me gusta que use ropa coqueta, es decir, vestidos y faldas cortas, blusas semi transparentes, zapatillas, y en lo referente a su ropa interior siempre estamos de acuerdo en encajes, ligueros, tangas, ropa totalmente transparente, etc.

En muchas ocasiones al estar haciendo el amor, fantaseamos con varios temas, uno de los cuales y el mas recurrente es el de que ella estuviera íntimamente con otro hombre.

Todo había quedado en fantasías hasta que un día decidimos hacer una locura al dejarse ella acariciar por un hombre durante el trayecto en el metro de la Ciudad de México. Eso fue algo que realmente nos gustó a los dos y aunque no pasó de que le acariciara las nalgas y le colocara su verga en medio de ellas, eso fue suficiente para que esa noche tuviéramos sexo como desde hacía mucho tiempo no lo teníamos.

Yo me calentaba tremendamente al recordar que ahí entre tanta gente, un desconocido tenía su mano acariciando las nalgas de mi esposa directamente sobre la pantaleta y llevando ella ese día también liguero. Finalmente nos despedimos de esa persona, habiéndonos entregado su tarjeta de presentación, "por lo que pudiera ofrecerse".

Pero nuestro inicio real en trío sucedió cuando menos lo esperábamos.

Éramos vecinos de un matrimonio de médicos prácticamente de nuestra misma edad con los que siempre nos llevamos de maravilla.

Una tarde en que ellos estaban solos debido a que sus hijos estaban con sus abuelos nos invitaron a pasar un rato en su casa como en otras ocasiones había sucedido. Nosotros aceptamos de buen agrado ya que no teníamos algo más importante que hacer.

Estuvimos charlando bastante tiempo y en un momento dado la esposa de Javier nos pidió que la disculpáramos pero que deseaba descansar, ya que le había venido un dolor de cabeza que de vez en cuando la aqueja, sin que sea nada grave, aunque sí molesto. Nos suplico que no nos fuéramos ya que estábamos muy a gusto con su esposo y nos dijo que esperaba que el malestar se le pasara pronto y posiblemente más tarde estaría nuevamente con nosotros.

Continuamos platicando con Javier de cualquier cosa, realmente estábamos a gusto, tomábamos unas copas, ( muy poco, porque ni a ellos ni a nosotros nos gusta excedernos en el alcohol ) y comíamos unas botanas.

La plática en un momento dado dio un giro hacia las mujeres, su forma de ser, lo importantes que son en la relación de pareja, el hecho de que unas son mas femeninas que otras, etc.

Javier comentaba que aunque su esposa siempre anda bien arreglada no es todo lo femenina y tal vez lo coqueta que él quisiera, lo que de todos modos no era motivo para que tuvieran problemas al respecto ya que Javier es una persona bastante centrada y muy maduro en su forma de ser.

En un momento dado me dijo que yo era muy afortunado al tener a Lolita debido a que es sumamente femenina y eso lo apreciaba él mucho en una mujer, es más, comentó que aunque conocía mucha gente, podía asegurar que ella era la mujer más femenina que había conocido.

Comentó que le encantaría que su esposa usara algunas prendas que sabía que Lolita usaba como por ejemplo los ligueros, en eso Lolita lo interrumpió preguntándole que como él sabía que ella usaba ligueros, Javier le dijo que aunque ella es muy prudente al sentarse, en más de una ocasión pudo sin mucho esfuerzo ver sus piernas y darse cuenta de que llevaba liguero, es más que ese mismo día se había percatado que lo llevaba puesto, Lolita se sonrojó y en ese momento él se disculpó de todas las maneras posibles por lo que mi esposa volvió a su color.

Yo le comenté que me gustaba mucho la forma en que Lolita se vestía y como me gusta la fotografía le había tomado una buena cantidad de fotos de lo más sugestivas.

Mencionó que a él también le gusta la fotografía, que tenía una buena cámara y que le agradaría muchísimo poderle tomar unas fotos a Lolita tan conservadoras o tan atrevidas como ella quisiera.

Le pregunté a ella qué pensaba y dijo que no, que no se consideraba una modelo como para que prácticamente le hicieran un estudio fotográfico, yo le dije que no iba a ser un estudio sino sólo algunas tomas y que en lo personal no tenía inconveniente en que Javier lo hiciera.

Ella mencionó que además no iba vestida como para modelar, a lo que Javier dijo que no importaba, que permitiera que le hiciera algunas tomas así y si se sentía ella a gusto, se cambiaría con otra ropa con la que ella se sintiera mejor como para modelar. Esto era posible ya que vivíamos en la misma calle.

A fin de cuentas ella accedió y Javier sacó su cámara, la preparó mientras Lolita iba al baño a darse una manita de gato y yo escombraba la sala quitando copas, botanas, etc., en eso Javier me preguntó si de verdad no tenía inconveniente en lo de la fotografía, asegurándole que en lo absoluto, es más que me gustaba la idea y que ojalá que Lolita estuviera a gusto para que ella también lo disfrutara. Le dije que se colocara de la mejor manera posible para captar lo que tanto le gustaba que es el liguero y que casualmente hoy ella traía una pantaleta que yo le había comprado que era blanca, semitransparente y con encaje.

En eso estábamos cuando llegó Lolita y se sentó en la sala esperando a ver qué pasaba. Javier le pidió que se sentara en un sillón individual y adoptara diferentes poses mientras él tomaba las fotos. Ella lo hizo y sin saber exactamente cómo y batallando por eso, se colocaba de varias maneras cuidando siempre que su falda que era amplia tipo escocés no quedara muy arriba. El le pidió que cruzara y descruzara las piernas, ella lo hizo y en algunos momentos al hacer esos cambios se la alcanzaba a ver parte del liguero, momentos en que Javier quería ser el fotógrafo más rápido del mundo.

Le pedí a Lolita que se relajara, que estábamos en confianza y que tomando en cuenta lo que habíamos platicado hacía un rato, y llevábamos una real amistad con Javier y que si podíamos complacerlo en algo que su esposa por equis circunstancia no lo hacía, no tenía nada de malo que nosotros o más bien ella lo hiciera.

Creo que entendió y a fin de cuentas se fue relajando, dejando de preocuparse tanto por la posición de su falda cuando cruzaba las piernas, lo que permitió a Javier ver perfectamente en ocasiones más de cinco centímetros arriba del broche del liguero y por supuesto en más de una ocasión tomó fotos de lo que se veía de la pantaleta.

Debido a que Javier ya había tomado muchas fotos con la misma ropa, le sugerí a Lolita que yo fuera a nuestra casa para traerle algún cambio de ropa para darle así más variedad al trabajo de Javier. Ella estuvo de acuerdo y al acompañarme él a la puerta le dije que me iba a tardar un poco.

Ya estando solos, él le comentó que se le había ocurrido una idea, y consistía en tomarle fotos como a Marilyn Monroe en la que se le levanta el vestido estando parada sobre una salida de aire. Lolita no estuvo de acuerdo primero porque no había los medios para hacerlo y en segundo lugar porque de lograrlo, con el aire se le levantaría toda la falda. Javier le comentó que el podía solucionar lo necesario para lograr el efecto adecuado y que por lo de la falda, que Lolita permitiría que se levantara hasta donde ella quisiera.

Después de insistir un poco, ella aceptó, entonces Javier trajo un ventilador de pie, lo colocó en el suelo, asegurándolo de tal forma que no se moviera y en posición para que arrojara el aire hacia arriba, luego le pidió a Lolita que se subiera a dos banquitos que puso a los lados del ventilador.

Él conectó el ventilador y lo encendió en la velocidad más baja, de tal manera que la falda de Lolita apenas se movía, cambió a la segunda velocidad y se empezó a levantar ligeramente la falda por lo que ella empezó a tratar de mantenerla en su lugar. Javier le pidió permiso para ponerlo en la siguiente velocidad a lo que ella de no muy buen gusto accedió, ahora la falda se subía más fácilmente pero era muy bien controlada por Lolita. En eso Javier le pidió que cerrara los ojos y que se relajara lo más posible dándole la mayor libertad que ella quisiera a su falda, lo que para Javier sería algo muy especial y que le agradecería muchísimo.

Ella cerró los ojos, dio un poco de libertad a la falda que en ocasiones subía a la altura del liguero y un poco más dándole a Javier un gran espectáculo. En un momento dado Javier tomó las manos de Lolita por lo que ella de inmediato abrió los ojos, él le pidió que los cerrara nuevamente, ella lo hizo y el sin soltar sus manos las subió a fin de dejar más libre la falda, Lolita no opuso resistencia y él siguió tomando fotos, ahora se podía ver casi la mitad de la pantaleta, Javier ya estaba bastante excitado.

En momentos dejaba de tomar fotos y sólo se dedicaba a ver, al no escuchar el clic de la cámara por un rato, Lolita abrió los ojos descubriendo a Javier admirándola, cerró los ojos nuevamente sabiendo sin lugar a dudas que él estaba disfrutando mucho el verle las piernas cubiertas con medias color natural, el liguero blanco y la pantaleta.

En ese momento llegué con la ropa, me extrañó ver el ventilador y los bancos y a mi esposa ahí. Javier me explicó y me pareció una gran idea.

Comenté que era una casualidad ya que había traído un vestido blanco bastante corto y con mucho vuelo que podía servir muy bien para lo que estaban haciendo, de hecho ese vestido Lolita sólo se lo pone en la casa, porque salir así a la calle sería una invitación a que cualquiera se la cogiera.

Ella comentó que debido a lo ligero de la tela, con ese vestido se le iba a ver todo, yo le dije que no exagerara que de cualquier forma Javier ya la había visto con menos ropa que ahora, refiriéndome a las varias ocasiones en que todos habíamos ido a nadar, y que en realidad no se le iba a ver tanto como ella creía, aunque en realidad era lo que yo esperaba, que se le viera absolutamente todo.

A fin de cuentas accedió y se fue al baño a cambiarse. Al conversar con Javier sin querer me di cuenta de la gran erección que tenía ya en ese momento y apenado me dijo que era algo que no había podido evitar por todo lo que estaba viendo.

Salió ella del baño y nos dejó con la boca abierta, yo la había visto varias veces con ese vestido pero sin medias y sin zapatillas por estar en la casa, pero ahora se veía increíble.

Javier le pidió que se colocara en los banquitos y preparó la cámara para el espectáculo que le aguardaba. En eso ella le pidió que al prender el ventilador lo pusiera en una velocidad más baja, él accedió pero se notó que lamentaba el no poder ver todo lo que él había pensado, intervine diciéndole a Lolita que se le bajaría la velocidad con la condición de que ella no metiera las manos para impedir el vuelo del vestido, ella no estuvo muy de acuerdo, Javier le comentó que cuando cerró los ojos la había sentido muy relajada y que eso sería bueno en estos momentos, afirmé que era una gran idea y le pedí a Lolita que lo disfrutara y que lo hiciera de esa manera.

Me acerqué a ella, le di un beso en los labios, le cerré los ojos y le coloqué las manos hacia atrás unidas una con la otra. Javier prendió el ventilador en la segunda velocidad y vaya espectáculo de inmediato y debido a lo delgado de la tela y lo amplio del modelo el vestido subió a la altura de la cintura dejando ver perfectamente las piernas de Lolita, sus medias, su liguero y completamente la pantaleta que afortunadamente no era de corte francés ya que de ser así se le hubieran visto hasta los vellos púbicos, pero debido a lo transparente, se veía claramente lo oscuro de su monte de Venus.

Javier se quedó como hipnotizado, Lolita al no escuchar los clics de la cámara no resistió más y abrió los ojos, dándose cuenta de que estaba enseñando prácticamente todo, instintivamente llevó una mano hacia adelante bajando momentáneamente el vestido, me vio y sabiendo lo que estaba pasando me preguntó que si estaba bien todo esto, a lo que le contesté que si, volvió a cerrar los ojos y colocó nuevamente su mano atrás junto a la otra, nuevamente al quedar libre el vestido volvió a subir reiniciando el espectáculo.

Ya más repuesto Javier se dio vuelo tomando fotos, me hizo señas de que si podía tomar una foto desde muy cerca y asentí con la cabeza con un gesto como diciéndole que estaba en plena libertad. Él se acercó a sólo unos treinta centímetros de las piernas de mi esposa y empezó tomando fotos de los pies, las pantorrillas, las rodillas y curiosamente cuando estaba allí Lolita abrió los ojos y lo vio fotografiando sus rodillas y le preguntó que si eso también, Javier le contestó que quería tomar fotos de todo y le preguntó que si no tenía inconveniente y ella levantando los hombros y volviendo a cerrar los ojos le dijo que estaba bien con un gesto como diciendo que estaba loco pero que no había problema.

Él siguió subiendo deteniéndose para tomar más fotos en el liguero y finalmente llegó a la pantaleta, no sé cuántas fotos tomo de ahí pero estaba embelesado.

Finalmente apagó el ventilador agradeciéndole a Lolita todo esto que según él era un sueño que se había hecho realidad, notando en Lolita un gesto de incredulidad, creo yo que debido a que para nosotros era algo de lo más natural que ella vistiera así.

Javier le pidió a Lolita que si estaba dispuesta a hacerle un último favor que consistía en que hiciera exactamente lo mismo pero ahora de espaldas, ella le preguntó que si estaba seguro de querer hacerlo y me volteó a ver como pidiendo mi aprobación, yo le comente que estaba bien y ella accedió.

Tan pronto ella se colocó de espaldas, Javier encendió el ventilador ofreciéndose ante sus ojos las piernas y las nalgas de Lolita adornadas con la pantaleta transparente y con encaje. Nuevamente tomó varias fotos acercándose ahora más que antes.

Noté en él el deseo de tocar aunque fuera por un instante las nalgas de mi esposa, entonces observé que la pantaleta estaba ligeramente holgada por lo que le comenté a Lolita que se la iba yo a subir un poco para que le quedara bien pegada a su cuerpo, me coloqué detrás de ella junto a Javier y le hice la seña de que el fuera el que le ajustara la pantaleta, me miró como no creyendo y al mismo tiempo pidiendo le ratificara mi consentimiento, yo asentí con la cabeza y le dejé mi lugar, le detuve la cámara y él sujetó la pantaleta de Lolita de la parte superior y con un solo movimiento la subió introduciéndose parte de ella en medio de las nalgas, era para mí algo por demás excitante que Javier estuviera ahí de rodillas detrás de mi esposa acomodándole la pantaleta.

Después supe que tuvo que hacer un gran esfuerzo para evitar meter sus manos dentro de la pantaleta de Lolita o de hundir su cara en medio de sus nalgas.

Terminando la sesión de fotografía Javier puso algo de música, tomamos dos copas y conversamos un rato. La música era suave, como para bailar, Javier nos preguntó que si no queríamos bailar, le dije que yo prácticamente no sabía, y le pregunté a Lolita y accedió a bailar con Javier.

Al principio todo era normal pero después de un rato pude ver como en el pantalón de Javier se notaba bastante el bulto que mostraba la excitación que le provocaba estar bailando con Lolita, en algunos momentos sus cuerpos se llegaban a juntar y era obvio que Lolita notaba perfectamente la verga de Javier ya bien parada.

En ese momento se me ocurrió decirle a Lolita que bailaba muy bien y que si creía poder bailar con los dos al mismo tiempo, ella contestó que no sabía porque nunca lo había intentado, sin decir mas, me uní a ellos colocándome detrás de ella y tratándome de mover al mismo ritmo, la verdad que soy muy malo para bailar, pero en esos momentos eso era lo de menos.

Yo ya estaba también muy excitado y comencé a pegar mi cuerpo al de Lolita colocándole mi verga en medio de sus nalgas, ella lo sintió e hizo el intento de voltear a verme pero continuó con su cara hacia Javier, así estuvimos un rato en el que según supe después Javier le puso en varias ocasiones su verga pegada a su cuerpo entonces le pedí a Lolita que se volteara hacia mí y que continuáramos bailando lo tres, ella lo hizo y en realidad ahí fue donde comenzó todo.

Yo le pregunté si estaba a gusto, me dijo que sí y me comentó en voz baja que Javier estaba muy excitado, le pregunté que cómo lo sabía y me miró como diciendo " no te hagas " dado que obviamente ya sabía que lo había notado al sentir su verga varias veces en su cuerpo.

En un momento en que vi a Javier lo noté muy nervioso y no era para menos tenía abrazada a mi esposa de espaldas y lo más difícil era evitar el contacto con su verga y las nalgas de Lolita, en ese momento así como estábamos, con la mano derecha lo sujeté de la cintura y lo jalé hacia ella al mismo tiempo que la daba el mismo gesto de aprobación que le había dado cuando le acomodó la pantaleta.

Lolita sintió de inmediato como Javier se le pegó por detrás y me miró abriendo más los ojos, yo la tranquilicé le di un beso en la frente, le acaricié la espalda como pidiéndole que aceptara la situación.

Ya estando así me prendí de sus labios besándola como a ella le gusta, junté más mi cuerpo al de ella frotándole mi verga en su vientre y viendo cómo Javier se movía detrás de ella, por fin Lolita dio muestras de que también se estaba calentando, empezó a hacer presión hacia delante para sentir más mi verga aprovechando yo para frotársela más.

En eso le pedí que no fuéramos egoístas y que compartiéramos algo con Javier, le dije que acercara un poco sus nalgas a él, me vio como diciéndome que si estaba seguro a lo que respondí con un largo beso en la boca en ese momento sentí cómo movió su cadera hacia atrás perdiendo totalmente el contacto conmigo y sintiendo ella por completo la verga de Javier quien no podía creer lo que estaba pasando.

Yo bajé una de mis manos y empecé a acariciarle su sexo, ya estaba húmeda, se sentía riquísima, metí la mano por debajo del vestido y la acaricié sobre la pantaleta, se sentía bastante mojada, al acariciarle su sexo sentía yo perfectamente la forma en que Javier se movía detrás de ella.

Comencé a acariciarle los pechos, algo que a ella de gusta mucho, ahora estaba más excitada, en un momento dado tomé una de las manos que Javier tenía en su cintura y la coloqué en uno de sus pechos, ella ya no dijo nada, Javier la acariciaba suavemente pero con mucho deseo.

La tomé con mis dos manos de la cintura sin dejar de besarla y con Javier acariciándole ahora los dos pechos alternativamente, entonces poco a poco le fui subiendo el vestido, costándome un poco de trabajo de la parte de atrás por la presión de Javier que estaba completamente pegado a ella, pero dándose cuenta él de lo que yo quería hacer, se despegó un poco viendo cómo quedaban al descubierto las nalgas de mi esposa cubiertas con esa pantaleta que se había cansado de fotografiar sólo unos momentos antes.

Una vez que le levanté el vestido hasta la cintura, Javier se pegó nuevamente a ella, sujetándose con sus dos manos de los pechos de Lolita mientras yo la seguía besando y con una mano acariciando su sexo y con la otra sujetando el vestido para evitar que se bajara.

En eso Javier empezó a besarla en el cuello desde atrás recorriéndole con la boca los hombros y encontrándose con el tirante del brassiere. Lolita estaba súper, en momentos hacía su cuerpo hacia delante para frotarse con mi verga y en otros, empujaba fuertemente sus nalgas hacia atrás buscando la verga de Javier. En ese momento empecé a bajar el cierre de su vestido hasta la cintura, al abrirse, Javier de inmediato comenzó a besar su espalda, ahora sujetándola de la cintura.

Aprovechando que su vestido ya estaba más arriba de la cintura, se lo subí mas intentando sacarlo por arriba, ella hizo el intento de impedirlo bajando sus brazos pero entonces Javier los tomó suave pero con firmeza y los levantó para facilitar la tarea de quitárselo por completo. Una vez fuera el vestido y para no darle tiempo a reaccionar, le di el vestido a Javier para que lo pusiera por ahí mientras yo continuaba besando y acariciando a Lolita.

Yo pensé que Javier se iba a pegar a ella de inmediato pero no, se quedó unos momentos observándola, luego se acercó y la empezó a acariciar desde las pantorrillas, subiendo por las piernas, metiendo sus manos en las medias y por dentro de los tirantes del liguero, en eso se puso de pie y sujetándose del liguero se volvió a pegar a Lolita con más ganas que antes. La volvió a besar en el cuello y con una mano le acariciaba los pechos.

Lolita me abrió la bragueta del pantalón, metió su mano y me empezó a acariciar la verga sobre la trusa, le pedí que me desabrochara el pantalón, lo cual hizo y éste cayó al suelo, continuando ella acariciándome la verga, entonces le hice la seña a Javier que él hiciera lo mismo, se lo quitó, lo puso en un sillón y se volvió a colocar en las nalgas de Lolita.

Estando así comencé a bajar besando todo el cuerpo de ella hasta llegar a su sexo que de inmediato empecé a besar y a lengüetear, volteando hacia arriba pude ver cómo Javier le besaba el cuello y con una mano le tomaba la mejilla moviéndole su cara hacia la de él y al encontrarse ya cerca sus bocas se unieron en un beso de lo más apasionado que he visto, yo me levanté para presenciar de cerca y pude ver bien cómo la lengua de Javier se introducía en lo más hondo de la boca de mi esposa quien en determinado momento entrelazaba la suya con la de él y en ocasiones la chupaba como si se tratara de una verga, yo volví a bajar a su sexo pero ahora lo hacía con más ganas como queriendo que Lolita prestara más atención a lo que yo le estaba haciendo pero estaba perdida en el beso con Javier, sólo por instinto empujaba su cadera hacia delante para sentir más de mi boca.

Así estábamos cuando noté que Javier dejaba de moverse y empezaba a bajar también besando todo el cuerpo de mi esposa hasta llegar a sus nalgas y ahí estábamos los dos besándola y lengüeteándola, yo por delante y él metiendo completamente su cara entre sus nalgas, esto era demasiado para Lolita, estaba calientísima.

Yo me levanté, saqué uno de sus pechos del brassiere y se lo empecé a mamar mientras Javier se daba gusto con sus nalgas. En eso ella empezó a bajar por mi cuerpo hasta quedar de rodillas y con mi verga a la altura de su cara, sin pensarlo dos veces me sacó la verga de la trusa y de un jalón se la metió casi toda en la boca, me empezó a dar una mamada como pocas veces. Javier estaba ahora de pie, sólo viéndonos, entonces después de haberme mamado durante unos minutos y aprovechando un momento en que se sacó mi verga de la boca, con suavidad traté de hacer girar su cabeza hacia donde estaba Javier, ella no se resistió y poco a poco fue girando su cuerpo hasta quedar de frente a Javier pero de rodillas y con su verga muy cerca de su cara pero aún dentro de su trusa.

Él se agachó, tomó tiernamente a Lolita de la mejillas y le dio un largo beso como a manera de agradecimiento anticipado por lo que era inevitable que sucediera a continuación, y así fue. Lolita empezó a acariciar a Javier sobre la trusa, principalmente su verga pero sin olvidar los huevos, por el bulto que se le veía a Javier me parecía que estaba mejor dotado que yo y sí era así sabía que le iba a dar mucho gusto a ella.

Ella lo besaba sobre la trusa por todo el bulto, y en la parte donde estaba su verga la tela de la trusa estaba completamente mojada y al besarlo en esa parte se formó un hilo entre los labios de Lolita y la prenda de Javier producto de lo empapado que se encontraba. Por fin ella metió su mano por la parte superior de la trusa y con un sólo movimiento sacó la verga de Javier y efectivamente era más larga aunque no mucho pero eso sí bastante más gruesa que la mía, Lolita le dio un beso en la punta no pudiendo evitar nuevamente el hilo que se formó pero ahora directamente de sus labios a la verga de Javier.

Yo me acomodé en un sillón para disfrutar de algo que ya me había hecho a la idea que tal vez nunca se realizara pero no, ahí estaba mi esposa a punto de meterse en la boca la verga ( la vergota ) de uno de nuestros mejores amigos quien ese día debutaba también como amante de mi esposa.

Y como si me hubiera escuchado, Lolita se metió la cabeza de la verga de Javier a la boca, iniciando una mamada que a ninguno de los tres se nos olvidaría jamás. Al momento de meterse la cabeza empezó a succionar de una manera increíble, se la metía y sacaba con unas ganas increíbles, observé que abría demasiado la boca, teniendo cuidado de no lastimar a Javier con los dientes debido al grosor de su verga.

Así estuvo no sé cuánto tiempo hasta que se sacó la verga de la boca, la recorrió con la lengua hasta llegar a los huevos, también se veían bastante grandes, no pensé que fuera a metérselos en la boca, me equivoqué, con mucho cuidado y después de haberlos recorrido completamente con la lengua se metió uno y ahí lo tuvo un buen rato sacándoselo solo para meterse el otro durante varios minutos.

Aprovechando el momento en que se sacó el huevo de la boca, Javier se agachó, se pegó completamente a su boca dándole lengua mientras le acariciaba los pechos y su sexo, en eso dirigió su boca hacia la vagina de Lolita y bajándole la pantaleta hundió su cara entre las piernas de mi esposa, ella se acomodó de tal manera que pudo alcanzar su verga de nuevo y en poco tiempo estaban haciendo un 69 de lo mejor, me impresionó la forma en que él la mamaba, parecía un adolescente en su primera experiencia sexual, daba la impresión de querer meterse en mi esposa por esa parte, Lolita mientras tanto se metía su verga en la boca pero la verdad es que no sé dónde la cabía tanta verga, casi desaparecía por completo y vaya que era bastante grande.

Estuvieron así como por espacio de media hora, Lolita tuvo varios orgasmos, en un momento dado y a pesar de que estuvo tratando de contenerse, Javier le dijo a ella que estaba punto de venirse, entonces ella intensifico el ritmo de la mamada que le estaba haciendo, incluso moviendo su mano rápidamente alrededor de la verga, Javier le dijo que si quería que la sacara de su boca, Lolita por toda respuesta se la metió aún más al grado que pensé que se iba a lastimar ella sola, y Javier no pudo más, empezó a descargar su semen en el interior de la boca de mi esposa mientras ella se tragaba todo, nunca sabré qué cantidad arrojó él en esos momentos, pero después él mismo nos comentó que nunca en toda su vida había arrojado tal cantidad, ella no pudo tragar en su totalidad el semen de Javier, por lo que un poco de este salía por las comisuras de sus labios, ella siguió mamando y succionando la verga de Javier hasta que notó que ya había salido todo, entonces se la sacó, limpiando con su lengua lo poco que había quedado en sus huevos.

Javier me miró con una cara de satisfacción que no le conocía, diciéndome que en la vida se hubiera imaginado que esto pudiera suceder, se volteó hacia Lolita y le dijo que era una mujer excepcional y que no tenía la menor idea de cómo le agradecía todo lo que había pasado ese día, ella le contestó que en realidad era mutua la sensación ya que ella también lo había disfrutado mucho y que de paso sabía que yo también lo estaba disfrutando.

Javier le preguntó a Lolita que si deseaba que ahí terminara todo o quería continuar, ella me miró y lo dije que ahora era una decisión completamente de ella, pero conociéndola como la conozco no creo que eso pudiera terminar hasta que se metiera la verga de Javier en su vagina. Entonces le dije a Javier, lo que mi esposa quiere más que cualquier otra cosa en este momento es que te la cojas.

Sin decir mas Javier se levantó, ayudó a Lolita a pararse, y así de pie la comenzó a besar desenfrenadamente en la boca, en cuello, mamándole los pechos, mientras con sus dos manos la apretaba con fuerza de sus nalgas, ella por su parte le acariciaba la verga y los huevos, no tardó mucho en recuperar su tamaño la verga de Javier lo que se que le dio mucho gusto a Lolita, entonces Javier la llevó hasta un sillón, la sentó en la orilla, le abrió las piernas, se metió en medio de ellas, y se volvieron a trenzar en un abrazo y un beso de película porno, tenía su verga sobre el vello púbico de Lolita pero sin metérsela, ella se movía hacia delante buscando la penetración pero Javier sólo seguía besándola y acariciando sus pechos y sus nalgas, en ese momento me daban ganas de decirle a Javier que ya se la metiera pero ese era asunto de ellos nada más, entonces sin meter las manos y aprovechando lo parada que estaba su verga, él la colocó en la entrada de la vagina de Lolita y empujó sólo un poco, entrando según me dijo Lolita después solamente la cabeza, así permaneció por unos segundos y entonces mi esposa le dijo "Javier, por favor, métemela", entonces él le dijo "¿De verdad quieres tener mi verga dentro de ti ?" y ella: "Sí, es lo que más deseo, que me la metas toda, toda" y en eso, impulsándose hacia delante y abrazando fuertemente a Javier se ensartó en su verga.

No podía yo salir de mi asombro al ver la forma en que se estaba comportando mi esposa, parecía una ninfómana que lo único que le importaba era que se la cogieran. Javier se empezó a mover y literalmente la volvió loca, estaba fuera de sí pidiéndole que se la metiera toda (como si no la tuviera toda adentro), le decía: mi amor, mi vida, tómame, hazme tuya, cógeme y otras cosas por el estilo, debo confesar que sentí algo de celos, pero por otra parte me excitaba mucho ver cómo se estaban cogiendo a mi esposa y lo que más me gustaba era que ella lo estuviera disfrutando.

Ella gemía como pocas veces la había escuchado, oía yo una fuerte exclamación cada vez que Javier le metía su verga hasta el fondo y mi esposa movía la cadera hacia delante como no queriendo que quedara nada de la verga de Javier afuera. Era de lo más erótico ver cómo mientras él aumentaba el ritmo de las metidas que le estaba dando a Lolita, ella buscaba su boca como con desesperación, recibiendo de inmediato la lengua de Javier y chupándosela como sintiéndose cogida por la panocha y por la boca. Algo que ella decía constantemente era "Así Javier, así, que riiiiiiico" y ocasionalmente él le preguntaba "¿ te gusta ?, y mi esposa le contestaba "Sí la tienes riquísima, pero cógeme más rápido" y por supuesto no se lo tenía que repetir, la verdad es que me sorprendió la rapidez con que Javier se la metía y se la sacaba, parecía un perro cogiéndose a su perrita, el único detalle era que esa perrita era mi esposa.

En un momento dado, Javier le pidió a mi esposa que se volteara, entonces ella se arrodilló a un lado del sillón y colocó sus brazos sobre el asiento quedando de espaldas a él y con las nalgas bien paradas, entonces él tomó su verga y de un solo impulso se la volvió a meter por la panocha, ella arqueaba la espalda del placer que estaba sintiendo al ser cogida así. Ahora Javier la tenía bien sujeta de la cintura y encontraba así un excelente apoyo para hundirle hasta el fondo su verga, ya no era tanto la rapidez sino la fuerza con la que se la estaba cogiendo, en cada empujón se veía claramente cómo se movían las nalgas de mi esposa, impulsadas por la tremenda arremetida que le estaban dando. En ocasiones Javier en lugar de sujetarse de la cintura de mi esposa lo hacía de los tirantes del liguero. Y ahí estaba yo, viendo cómo mi esposa y uno de mis mejores amigos estaban trenzados en una cogida de lo más espectacular. Él a veces dejaba que su verga saliera por completo de las intimidades de mi esposa, sólo para colocarla y metérsela de nuevo, se podía ver perfectamente cómo estaba empapada de los jugos de ambos y lubricada así entraba con toda la facilidad del mundo.

Estando así, yo calculo que Lolita tuvo por lo menos dos o tres orgasmos, era riquísimo ver cuando Javier casi se recostaba sobre la espalda de ella, sujetándose de sus pechos y moviendo únicamente las nalgas metiendo lo más que podía de su verga.

Nuevamente él se colocó de manera que podía apoyarse perfectamente para meterle lo más profundo posible su verga a mi esposa y se comenzó a mover rapidisimo al tiempo que le decía a Lolita que le faltaba poco para venirse, entonces parece que ella se preparó para que ambos terminaran al mismo tiempo, entonces él estando a punto de terminar, hizo un intento de salirse, pero ella con su mano lo tomó de la cintura y le pidió que no se la fuera a sacar, que quería que se viniera dentro de ella, él volteó a verme como preguntando qué debía hacer y le indiqué que estaba bien, que terminara dentro de ella, por supuesto con la convicción de que en esos momentos no podía embarazar a Lolita, entendió perfectamente y unos segundos después estaba explotando en lo más íntimo de mi esposa, inundándola con su leche y al mismo tiempo recibiendo los jugos de ella, en el intercambio de néctares sexuales más erótico que cualquiera de los tres nos hubiéramos podido imaginar. Ella estaba como loca, gemía, sudaba, movía las nalgas lo más que podía en dirección a él, al tiempo que alcancé a escuchar que le dijo "¡ Qué bárbaro !, qué rico, estoy completamente llena de ti", Javier le dijo "Gracias por todo Lolita", al tiempo que le daba el último empujón de verga, golpeando con sus huevos las nalgas de mi esposa.

Y así, exactamente, con toda la verga que le pudo meter en el último impulso, así se quedaron un buen rato, la verdad era que mi esposa estaba en la gloria, había disfrutado como pocas veces, o quizá como nunca, eso en otras circunstancias podría haberme dado celos o incluso provocar otro tipo de reacciones, pero así, en una situación en que los tres estuvimos de acuerdo, en la que no dañábamos a nadie y que por el contrario, nos proporcionaba una cantidad de placer increíble, no existía ninguna razón para estar celoso.

Y ahí seguían los dos completamente pegados y no teniendo la más mínima intención de despegarse, la verdad es que yo pensé que una vez que Javier hubiera terminado, se iba a salir de mi esposa para descansar y dejarla descansar a ella, pero por lo visto eso era lo último que ellos querían en ese momento, aproveché el momento para acercarme a ella, la besé, nuestras lenguas se entrelazaron, le acaricié por completo sus pechos con una mano y con la otra su espalda (lo que a ella le encanta), teniendo cuidado de no bajar mi mano so pena de encontrarme con el instrumento que tanto placer le había proporcionado, mientras tanto él le acariciaba totalmente sus nalgas, metiendo sus manos en sus medias y en el liguero, tantas caricias y besos pronto hicieron efecto y ella se empezó a mover como buscando nuevamente la verga de Javier, y él a pesar de que con seguridad su verga había perdido consistencia, también reanudó el movimiento, y en un momento en que dejé de acariciarle los pechos a mi esposa, él se apoderó de los dos y se los acariciaba poniendo especial atención a los pezones, y de nuevo estaban cogiendo y ahí, exactamente en mis narices. Decidí dejarlos y me fui a sentar al tiempo de que vi como él sacaba completamente su verga de mi esposa sólo para metérsela de nuevo.

En una de las veces que él sacó su verga, la pasó por en medio de las nalgas de mi esposa y por supuesto por encima de su culo y se detuvo ahí unos instantes, desde donde yo estaba sentado podía ver perfectamente cómo ponía la cabeza de su verga exactamente en la entrada posterior de mi esposa, en eso ella volteó y le dijo "¿ Qué estas pensando hacer ?", y Javier le dijo "¿ Me permitirías meterla aquí aunque sea sólo un poco ?" entonces ella le comento que lo hiciera muy despacio y que no se la fuera a meter toda, él sin meterla aún, la siguió pasando por la entrada y debido a su nueva excitación, pude ver cómo segregaba otro poco de líquido viscoso mismo que untaba con la cabeza de su verga, de hecho eso era el mejor lubricante del mundo en esos momentos, yo hubiera jurado que Lolita no iba a permitir que se la cogiera por las nalgas, pero no fue así y entonces Javier tomó firmemente su verga, y con la cabeza y ayudado por el líquido se empezó a abrir paso por la pequeña entrada, mi esposa hizo un ademán de dolor cuando él logró introducir la cabeza, por lo que se detuvo y estuvieron así unos momentos, la verdad es que me dio envidia ver cómo ella estaba ensartada por la cabeza de la verga de Javier, entonces él empezó a empujar levemente su verga y poco a poco se la fue metiendo casi hasta la mitad, entonces Lolita le pidió que se detuviera, él lo hizo y unos momentos más tarde empezó a sacarle un poco de la verga que ya tenía adentro, para volver a meterle la misma cantidad.

Debido a que la verga de Javier no estaba totalmente recuperada, le estaba entrando sin mayor dificultad. Así estuvieron un buen rato, hasta que me di cuenta de que cada vez era mayor la cantidad de verga que él le metía a mi esposa por el culo y ella por su parte, en lugar de dar muestras de dolor, parecía que cada vez lo disfrutaba más, entonces Javier se empezó a mover con mayor rapidez, pero sin meterle toda la verga, de hecho me di cuenta de que él estaba haciendo un gran esfuerzo por no metérsela toda por temor a lastimarla. Unos momentos después, fue ella la que le pidió que se la metiera toda, a ella lo que más le gusta es el sexo por la panocha, pero en algunas ocasiones que hemos estado bien calientes y que me la he cogido por las nalgas, he notado que se excita en una forma especial y lo disfruta enormidades.

A pesar que mi esposa le había pedido toda la verga, Javier poco a poco fue metiéndosela por temor a poder lastimarla, pero ahora lo que ella sentía era sólo placer, creo que para esos momentos la verga de Javier ya habría alcanzado su máximo tamaño, y se la estaba metiendo por completo a mi esposa, ella empezó a gemir y a pedirle a Javier que se la siguiera cogiendo así, en ocasiones él sacaba su verga casi por completo del culo de Lolita solo para volver a metérsela, era impresionante ver cómo a ella le entraba tal cantidad de verga por ahí, ella ya estaba como cuando yo me la cogía por ese lado, se movía como buscando una mayor penetración, le pedía a Javier que no se la fuera a sacar, que él cogía riquísimo y cosas así, en eso, me acerqué nuevamente a ellos, la besé, le pregunté que si lo estaba disfrutando de verdad y me contestó que sí, que estaba cogiendo muy, muy rico. Me dijo que quería otra verga en la boca, entonces me saqué la verga, ya bien parada y de inmediato se la metió, proporcionándome una de las mejores mamadas que me ha dado.

Era de lo más rico, mi esposa mamándome la verga y yo viendo cómo Javier se la cogía por las nalgas y a ella no sólo le estaba gustando sino que estaba como loca, disfrutando como nunca, en eso él le dijo que estaba por venirse y ella le dijo que terminara igual, dentro de ella, entonces la sujetó más firmemente de la cintura y empezó a metérsela con mucha fuerza, de hecho prácticamente golpeándose contra ella cada vez que se la metía y por lo visto a ella eso le encantó y en unos segundos mas Javier descargó lo que le quedaba de leche dentro de mi esposa, la que al ver que yo estaba también por venirme, aceleró su mamada y me sujetó para que me viniera dentro de su boca, así lo hice, un poco después se la saqué, sólo para ver que él seguía pegado a ella con la verga aún dentro del culo de mi esposa, finalmente después de unos minutos Javier sacó la verga de dentro de ella y se levantó, ayudándola a ella a sentarse en el sillón, todos estábamos encantados, y principalmente mi esposa y Javier que si bien estaban cansados (claro de tanto coger), también estaban más que satisfechos y a la vez sorprendidos de todo lo que había pasado esa tarde.

Me extrañaba que Javier no hubiera tenido empacho en que sucediera todo lo que pasó ahí en su casa y estando su esposa en la misma, pero posteriormente nos comentaron que alguna vez habían pensado en el intercambio de parejas o en hacer un trío con algunos amigos pero que eso sólo había quedado en ideas pero que habían convenido que si se presentaba la ocasión, ninguno de los dos pondría objeciones y eso fue lo que pasó, es decir su esposa sabía lo que estaba sucediendo abajo, realmente se había retirado por sentirse indispuesta pero al sentirse mejor y enterarse de lo que estaba pasando y que ya iban avanzados los acontecimientos prefirió dejar que Javier terminara lo que había comenzado para después platicar ambos al respecto.

El amigo de mi esposo cambio mi vida

 

Con los años mi matrimonio se volvió bastante monótono, la rutina de cada día con el trabajo de ambos, la educación de nuestro hijo, con todo el tiempo que resta para estar a solas, añadiendo los problemas económicos, todo este conjunto de cosas, hacen que el sexo pase a un segundo plano, la falta de alicientes nos llevó a no tener apenas relaciones íntimas y cuando las teníamos, eran a modo de desahogo, sin el morbo necesario, sin la excitación previa, es como una necesidad fisiológica. Al punto de estar completamente vestida en la cama, bajarme las bragas hasta los tobillos, abrirme de piernas y dejar que descarguen la leche en mi interior, en la mayoría de las veces, sin alcanzar ningún orgasmo. Es como los animales, dejarme montar y punto.

A pesar de todo éramos una pareja muy compenetrada, nos movía los mismos gustos e inquietudes.

Todo empezó a cambiar a raíz de la llegada a nuestras vidas de José, un buen amigo de mi marido de cuando eran jóvenes, inseparables en todas sus aventuras, luego cada uno cogió su camino y no se volvieron a ver.

José tuvo un matrimonio problemático con una esposa que sufría unos celos enfermizos que lo apartó de la vida social con sus amigos, apenas salían de su casa y cuando lo hacían, tenía que aguantar el mal humor de su esposa.

Ni siquiera le tenía permitido ir con los amigos a ver el fútbol, y menos quedarse a tomar unas cervezas después del trabajo.

A pesar de sus 40 años, José tenía la suerte de tener un buen cuerpo debido a una genética envidiable, así como al cuidado en su alimentación.

Cuando el matrimonio explotó, fue la mujer la que cogió las maletas y lo abandonó al no poder aguantar más la desconfianza por su marido.

Un buen día, paseando por el centro comercial, nos topamos de cara con él, a mi marido le dio mucha alegría, se abrazaron efusivamente, se le veía triste, no supo que contestar cuando mi marido le preguntó, ¿cómo te va?

José era tímido, apocado, un hombre bonachón, al encontrarse desubicado no supo que decir.

Como no era el momento ni tampoco teníamos mucho tiempo, lo emplazamos a que nos hiciera una visita para ponernos al día de todo lo acontecido.

Pasaron varias semanas, un sábado en el desayuno, Juan, mi marido me cuenta que por la noche vendría José a cenar.

Al principio no lo veía como buena idea, pues pensé que se iban a pasar toda la noche contando sus batallitas y para colmo el pobre José hablaría de su separación, cosa poco agradable.

Al caer la noche, tenía preparado en la mesa pequeña delante del sofá un tapeito, llegó José, nos sentamos los tres, Juan sirvió unas cervecitas y allí delante de la tele, donde ponían un programa de entretenimiento.

Al poco rato, José contó como su vida de casado se fue desgastando con los años.

Después de la cena, mi marido puso unas copas, apagó la tele y puso música.

- Ya está bien de hablar de problemas, vamos a cambiar de tema que hay que animar al invitado.

La conversación dio un giro de 180 grados, empezamos a criticar a los amigos comunes con sus historias y las movidas que tuvieron con sus parejas.

José cambió el semblante, se le veía más risueño, después de dos copitas se soltó, incluso hacia bromas que nos hizo pasar un buen rato.

Luego que José regresara a su casa, mi marido echó una última copa y empezó a tontear conmigo, besos, manoseos hasta que terminó por quitarme la blusa, cuando vio que no llevaba sujetador, comentó:

- Ahora se porqué José se fijaba tanto en tu escote.

- No digas tonterías, el pobre está pensando en sus problemas, además sabes que en casa no suelo usar sujetador.

- Siempre me habló bien de ti, es lógico que después de tanto tiempo sin relaciones se fije en estas preciosas tetas.

Me tumbó en el sofá, me manoseó los pechos, luego bajó la cabeza hasta debajo de la falda, olisqueó por encima de las bragas, que luego quitó e hizo una comida de coño como no recordaba.

Luego me dio la vuelta poniéndome a cuatro, después de unos buenos cachetazos, enfiló su pene a mi coñito, de un sólo golpe la metió hasta el fondo, se sentía muy bien, hacía tiempo que no tenía una follada tan buena.

Algo había cambiado, no sé si fue el alcohol, o el morbo que le produjo que otro hombre estuviera sentado junto a mí, con los roces y las miraditas inevitables, al parecer que otro apreciara mi cuerpo le hizo valorar lo que tiene y follamos como cuando éramos novios, con una pasión desbordada.

El caso es que mi marido tenía claro que deseaba volver a invitar a José de nuevo a compartir unas copas con nosotros.

Días después mi marido me contó durante un almuerzo, por todo lo que había pasado su amigo José. Él le contó en confianza que, tras el abandono por parte de su mujer, entró en una depresión muy grande, tuvo que dejar de trabajar, se vio incapaz de seguir con su vida, lo que lo llevó a plantearse si merecía la pena seguir. Incluso contó que preparó un tarro de pastillas, pero algo lo retuvo. Tras su marcha, su mujer dejó en la casa un perrito que adquirieron en común, después de que el perro lo mirara fijamente a los ojos a modo de una señal, supo que no sería capaz de dejarlo a su suerte.

De ahí el interés que puso mi marido en que ayudáramos a José para que saliera de ese bache.

No recuerdo si fue la siguiente semana, pero ya se hizo habitual que casi todas las noches de los sábados tuviéramos un rato los tres para charlar, tomar unas copas y reírnos un rato.

Con el paso de las semanas llegó la confianza a la hora de hablar de cualquier tema, de la misma manera que el ambiente era más desinhibido y parecía que a mi marido le gustaba que me tomara libertades con José. Al parecer ver animado a su amigo le hacía feliz, a la par que sentía cierto morbo que fuera deseada por otro hombre.

Pasé de estar el primer día, muy arreglada, con falda corta, blusa y tacones a ponerme ropa de estar por casa e incluso llegado el verano, ya estaba con un pantalón corto de pijama y una camiseta de tirantes donde se marcaban los pezones, que con las miradas de cuatro ojos se ponían muy duritos.

En una de esas noches fui a echarme una copita y sólo quedaba el fondo de la botella, al soltarla en la mesa se me resbaló y quedó tumbada, mi marido la giró a modo de ruleta, dijo al que le toque tiene que hacer una prueba, le tocó a él, le dije, ahora te toca bajar a por otra botella, José y yo nos echamos a reír, cuando Juan se fue José me miró fijamente a los ojos aún conteniendo la risa por la ocurrencia de mi marido. Luego lo noté nervioso, le cogí de las manos y le dije, me alegro mucho que estés contento.

Sin palabras, visiblemente emocionado asintió con la cabeza, no sabía que hacer, se le notaba con lágrimas, acerqué mis labios a los suyos y le planté un beso, me separé y luego fue él quien me besó, ahora no fue un piquito, fue un lindo masaje de labios con la punta de su lengua recorriendo todo el contorno de mi boca.

Mi marido regresó con la botella cuando aún estábamos cogidos de las manos, sorprendido pero sonriente dijo:

- ¿Que me he perdido?

- Nada amor, estábamos hablando.

Echamos una copita y mi marido volvió a girar la botella, el gollete me apuntó a mí, entonces mi marido propuso que tenía que cumplir una prueba, no entendí nada, pero dije, ¿de qué se trata?

Se quedó pensando y soltó:

- O nos da un beso a cada uno, o tienes que entregar una prenda.

Ingenua pregunté:

- ¿Un beso en el cachete?

No, dijo Juan, en la boca.

Sin pensarlo dos veces, me acerqué a mi marido y le planté un beso en la boca, luego me giré a José, le cogí la cara con ambas manos, le besé apretando nuestros labios

La botella siguió girando, le tocó perder a José, enseguida dije ahora vosotros dos besaros en la boca, mi marido puso una cara extraña, optó por pagar una prenda, ambos se quitaron la camiseta y sus torsos desnudos lucían a mi vista.

Después de varias vueltas de la botella y unas cuantas rondas de chupitos, llegamos a empatar en cuánto a prendas que nos quedaba por perder.

Ellos tan sólo con unos calzoncillos y yo en bragas, acababa de perder la camiseta de tirantes, salieron mis turgentes pechos ante la mirada atónita de Juan, eso de que otro hombre pudiera ver mis tetas lo puso muy cachondo, aunque fuera su amigo de confianza.

José sentado junto a mí no se atrevió a mirarme fijamente, pero Juan insistió llamando su atención.

¿Viste José, que tetas tiene mi mujer?

Hizo un movimiento de ojos hacia donde estaba yo, sin apenas mover el cuello y dijo muy bonitas, pero deberíamos dejar el juego por hoy, a lo que mi marido se negó diciendo que teníamos que llegar hasta el final.

La botella repartió la suerte y de nuevo perdieron ellos, sin pensar me puse de pie eufórica exigiendo mi premio.

- ¡Venga!, fuera los calzoncillos que quiero ver esas pollas.

A mi marido le faltó tiempo, enseguida sacó el bóxer por los pies, un miembro de tamaño medio pero muy erecto se presentó en la mesa de juego. José se quedó pensativo, dudando, nos quedamos mirándole, poco a poco fue bajando sus calzones, apareció su polla semi erecta que era un poco más grande que la de Juan.

Ya no había marcha atrás por muchas vueltas que le dimos a la botella, era el turno que perdiera las bragas, antes de que mis pulgares presionaran el elástico para ayudar a mi inevitable desnudez, mi marido me hizo un gesto para que no lo hiciera, no entendí nada, pensé que le ponía mucho exhibirme ante su amigo.

Me paró en seco y dijo:

- Te tienes que poner en el centro del salón y hacernos un striptease.

Me puse de pie a espaldas de ellos, tarareando la famosa canción de nueve semanas y media, con las dos manos fui bajando poco a poco las bragas hasta dejarlas caer en el suelo, al agacharme para recogerlas dejé el trasero a la altura de sus ojos que se clavaron en mi culo.

Luego me di la vuelta poniendo los brazos por detrás de la cabeza y así realzar mis pechos para que lucieran más levantados, junto a mi rajita recién depilada que se veía muy bien expuesta, aunque con temor a que empezara a chorrear.

Cuando fui a pasar entre el sofá y la mesa donde estaba sentado José, tropecé con sus pies, me quedé sentada en su falda sintiendo su pene aplastado en mi culo, que igual no fue tan fortuito, sino que me apeteció en ese momento.

Todo esto a mi marido le puso muy cachondo, empezó a darle vueltas a la cabeza a ver de que manera seguir con el juego.

Me preguntó si sería capaz de adivinar de quién era cada pene sólo con el tacto, le contesté que estaba convencida que sabría diferenciarlos.

A esto se levantó, trajo un pañuelo oscuro y me vendó los ojos, se sentaron los dos juntos mientras permanecí de pie a espaldas de ellos, el juego era sentarme en su regazo para intentar adivinar quién era quién con tan sólo el roce de sus pollas sobre mi culote.

En el primero que me senté, claramente era mi marido, se volvieron a cambiar de sitio y de nuevo el tacto era la polla de Juan, después de otro cambio dudé un poco, restregué el culo de atrás hacia delante, pero evidentemente era la polla de José, es más larga, al moverme, el glande rozó mi coñito.

Extrañado mi marido dijo cómo era capaz de acertar siempre.

No lo dije, pero el miembro de mi marido lo noté muy duro al sentarme.

Luego me puso otra prueba, me colocó sentada en el sofá con las manos a la espalda atada con otro pañuelo y ellos de pie con sus penes a la altura de mi boca. Se fueron intercambiando de posición, ahora me tocaba adivinar que polla era de cada uno con tan sólo utilizar la boca.

La primera que se me acercó no estaba muy erecta, le pasé la lengua por el glande que estaba totalmente sacado, sentí bastante líquido preseminal que saboreé y no sabría distinguir de quién era, luego hice un incursión de todo el glande dentro de la boca repasando con la lengua alrededor intentando averiguar el contorno, aunque todas parecen iguales, me pareció muy rico, un poco distinto a lo que estaba acostumbrada, con el morbo añadido que pudiera ser la polla de José, me aventuré a decir que era el pene de José, mi marido contrariado exclamó:

- ¡Puñetera!, siempre acierta.

No contento con todo lo ocurrido, me llevó a una situación mucho más embarazosa, de rodillas a cuatro me colocó arriba del sofá, me quitó las ataduras de las manos, pero no la de los ojos, se puso detrás de mi, agarró la polla, fue repasando desde la rajita del culo hasta el coñito, de arriba a abajo una y otra vez, se sentía un amo poderoso, dominando la situación, preguntó con rabia:

- ¿De quién es está polla?

- Tuya cariño, respondí.

De nuevo preguntó más fuerte.

- ¿De quién es esta polla?

- La tuya, amor.

Luego llegó lo inesperado, de un golpe me la metió en la vagina, empezando a bombear con ímpetu, al principio me dolió, pero luego fue un placer inmenso, no llegué a comprender como me estaba follando delante de José. Por mucho que estuviera acostumbrada a sus penetraciones, me pareció muy diferente a otras veces, igual por el morbo de sentirme dominada, sin poder ver nada y sabiéndome observada.

Al poco rato, otra polla me rozó los labios, saqué la lengua para saborear el glande, sin previo aviso se fue introduciendo en mi boca hasta tocar la garganta, supuse que José estaba bastante cachondo con todo lo que estaba viendo, perdió la vergüenza, de una manera que no me esperaba empezó a follar mi boca, agarraba mi cabeza y metió la polla una y otra vez hasta producirme arcadas, aún así no quise parar ese momento tan excitante, era la primera vez que tenía dos pollas para mí.

Creo recordar que al segundo orgasmo mis contracciones apretaron el pene de Juan atrapándolo en el interior de mi vagina donde alojó toda su leche al no poder aguantar la presión.

Luego tocó el turno de José que instante antes de correrse sacó la polla de mi boca, soltando unos chorros de esperma que impactaron en mi cara, llenando de líquido blanco mis cachetes, nariz y boca, incluso la venda que tenía en los ojos se manchó de su esperma, entonces me quitaron la venda y cuál fue mi sorpresa que delante de mí estaba mi marido con su polla en la mano recién descargada, lo que me llevó a la conclusión que la follada tan rica me la había hecho José, me quedé en shock, nunca imaginé que mi marido lo incitara a penetrarme, ni que José accediera a su juego morboso, aunque la verdad estuvo genial.

Fue una gran noche de sexo a la que le siguieron unas cuantas más cada vez con más juegos y más morbosa donde José fue cogiendo confianza, se llevaba a la perfección con mi marido a la hora de utilizar mi cuerpo para sus placeres.

Llegó la noche de un sábado, estaba sola, tranquila en casa, preparando una cenita para mi y ponerme una peli en Netflix.

Sonó el telefonillo del portal, fui a mirar por la cámara, cuál fue mi sorpresa, era José, al vivir en un primer piso al momento sonó el timbre de la puerta , le abrí corriendo antes de dar que hablar a los vecinos pues mi marido estaba trabajando.

Buena sorpresa se llevó José, se quedó perplejo mirándome que sólo llevaba unas braguitas por atuendo, enseguida lo hice pasar y me puse un camisón.

Le comenté que Juan no estaba que podíamos quedar en otra ocasión, a lo que contestó que fue idea de mi marido que lo llamó para que me hiciera compañía, eso no lo esperaba, así que preparé la mesa con unas tapitas, cervezas y nos sentamos juntos a ver la tele.

Después de la cena, nos pusimos una copita y pasamos de la peli que no era muy interesante, preferimos quedarnos hablando de otras cosas. En un momento de la noche, sus ojos se desviaron al escote del camisón que se abrió un poco dejando ver un pecho, hice ademán de taparme, pero en ese momento su mano apartó la mía, abrió del todo el camisón para que salieran las tetas a la conversación.

- ¿Te gustan? Pregunté

- Son preciosas

- Pero ya las vistes varias veces.

- No me canso de verlas.

Una de sus manos se posó en un pecho, apretándolo suavemente tal pelota de goma, luego nos besamos. De los pechos, su mano bajó a mi entrepierna, con caricias por encima de las bragas.

La situación era muy morbosa, me puse muy cachonda, enseguida me noté mojada. Pensar que estaba con un hombre que no es mi marido y sin estar él delante, que no estoy segura si es infidelidad o no. Al fin y al cabo fue Juan el que me lanzó a los brazos de José, ya sea por morbo o por juego.

Pero ahora estábamos solos y José no iba a parar hasta conseguir tener relaciones.

El sofá se hizo incómodo, nos fuimos a mi dormitorio, nos desnudamos por completo y follamos en la cama de matrimonio.

Primero en la postura tradicional estuvimos un buen rato, hasta que alcancé mi primer orgasmo, luego me puso a cuatro, me penetró con ímpetu hasta que llegó el segundo orgasmo, los espasmos de mi pelvis le apretaron su miembro, lo que provocó la descarga de todo su semen en mi interior.

Estando todavía dentro de mi, alcanzó el móvil y disparó unas cuantas fotos sobre el espejo del armario donde se reflejaban nuestros cuerpos bien pegados.

Cuando pregunté asombrada porqué tomó esas fotos, me dijo que mi marido le pidió que se las mandara.